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federer y nadal

Roger, en el cambio permaneces

Como si el destino mostrara a Federer la ruta de su renacimiento, sus rivales pesados en el Australian Open se han repetido. Aplastó a Tsonga y dominó a Murray, quien lo eliminó en el 2013. Al buscar mayor potencia con una raqueta aro 98 –usaba 90– ha vuelto a ser el de antes. Pero en su camino aparece su bestia negra, Nadal, el favorito por su dominio psicológico ante Roger. Es imposible evitar la muerte, pero Federer demuestra que sí es posible posponerla, que la experiencia puede mantener vigencia ante la juventud. El suizo se juega un partido tan importante como un trofeo.

Publicado: 2014-01-23

En un año en que leyendas del deporte han vuelto a las canchas como entrenadores –Lendl con Murray parece haber dejado secuela, porque ahora Boris Becker está en el box de Nole, Edberg en el de Federer, Chang en el de Nishikori, y Magnus Norman, aunque no es leyenda, ha elevado el juego de Wawrinka–, el mejor homenaje a la experiencia frente a la juventud son las lecciones que Federer viene dando.

Como si el destino le estuviera mostrando la ruta de su renacimiento, sus rivales pesados en el Australian Open se han repetido, pero como él mismo ha señalado, una instancia antes. A diferencia del año pasado, aplastó a Tsonga cuando le tomó cinco sets hacerlo en el 2013. Dominó a Murray, quien dejó fuera a Federer. Lo estaba aplanando, pero la cabeza del suizo volvió a fallar y se fueron a un cuarto set donde creó diez oportunidades de quiebre, concretando una, mientras el escocés no las tuvo; Murray solo llegó a dos breakpoints en el partido, y se llevó tan solo uno.

La muerte es inevitable, pero Federer está demostrando que es posible posponerla. Al buscar mayor potencia y reducir el margen de error con una raqueta más grande, ha vuelto a ser el de antes. En el cambio ha permanecido. Pero ahora se ha puesto en el camino su bestia negra, Nadal, quien no participó el año pasado en Australia por lesión. Rafa parte como favorito, por su dominio psicológico ante Roger. El suizo se juega un partido que debe ser tan importante como un trofeo para él.

Si Federer se está reinventando, a los mortales no nos queda más que aprender de él y buscar desde hoy mayores logros. ¿Podemos resignarnos a la realidad que nos tocó, culpar al destino, a la coyuntura, sentir que buscar otra forma de encarar la vida es imposible, que nos basta con lo conocido? ¿Si el tenista más ganador de la historia está alejando su muerte deportiva al cambiar de raqueta –de aro 90 a 98– y aspectos de su juego –más desplazamientos hacia dentro de la cancha para agarrar la bola subiendo, yendo más a la net y definiendo con mayor agresividad para acortar los puntos–, es decir, modificando aquello que lo llevó a ser considerado un semidios por algunas conciencias, no deberíamos replantear nuestros propios principios? Su perseverancia nos obliga a disfrutar sus últimos años, e intentar, al menos intentar, ser mejores personas desde este momento.

Roger ha confesado que ahora prepara los partidos, cuando antes no estudiaba a algunos rivales. Ante la adversidad, perseverancia. Por cierto, Rafa también hizo más agresivo su juego para que su físico sufra menos y, al mismo tiempo, levantarlo todo como lo ha hecho.

La juventud representa la belleza, la fortaleza. Rendirle culto es natural, desfallecer ante ella es una evasión. Quizá por el temor que causa la muerte, pocos esperan que las estrellas del deporte que ya pasaron por sus mejores años vuelvan a dar lecciones. En el deporte, a diferencia de la vida, los maestros no se forman en la acumulación, sino en el equilibrio entre la experiencia y la plenitud física. Es un error, sin embargo, desdeñar la experiencia, pues ya hay viejitos que han dado clases, como Zidane en el Mundial del 2006, a quien los españoles pensaban retirar en el cruce de octavos de final. Con la ayuda de Ribery los dejó fuera de la Copa del Mundo. Luego vino Brasil y la clase maestra de Zinedine. Francia mantuvo su paternidad frente a la mejor selección de la historia y Zizou pisó la pelota como jamás he visto en una cancha de fútbol. Otro veterano, Figo, también fue de los sobresalientes en Alemania.


El Slam del fanatismo

El Australian Open es un torneo maravilloso. Como me comentó un buen amigo, quizá el financista que más sabe de deportes en Lima, seguir el resto de Grand Slams es muy fácil. Sostiene que casi no tiene mérito ver el US Open. Melbourne es el termómetro del fanatismo tenístico en este lado del mundo. Los horarios volteados son una exigencia difícil de superar, cuando lo preferible es, siendo verano, ir a la playita. Pero es necesario hacerlo, me dice, porque al ser el primer torneo grande del año, regala unos partidazos; el Djokovic-Wawrinka fue considerado el mejor match del 2013, por ejemplo. Australia no solo es un símbolo de nuevo comienzo, los jugadores llegan descansados, con la mente limpia, sintiendo que ese será su año. A partir de ello, salen las sorpresas o jornadas memorables.

Nadal tiene agarrado a Roger de la cabeza. En el historial personal lo supera largamente, sobre todo en el duelo psicológico, y ahí los números: 22-10 en total, 8-2 en Grand Slams, 2-0 en Australia. En cuanto al juego, se sabe que el tiro alto y pesado de Rafa hacia el revés de Roger es mortal, que el slice defensivo cruzado de Federer, muy bajo, Rafa se lo levanta con su izquierda sin problemas, producto del efecto y la potencia del mallorquí.

Roger y Rafa no se enfrentan en un abierto desde el 2012, precisamente en semifinales de Melbourne. Las únicas dos veces que Roger superó a Rafa fue en Wimbledon 2006 y 2007. Siete años sin ganarle a Nadal en Grand Slams es una vida en el tenis. No cabe duda de que el favorito es Rafa. Por eso mismo, hoy es una obligación para todos, incluidos los nadalistas, darle un poco de ánimo a Roger. Su victoria sería una muestra de que es posible posponer la muerte si nos esforzamos, si buscamos mejorar a pesar de que creemos haber alcanzado nuestra mejor versión, que las adversidades y el paso de los años no nos impiden mantenernos en nuestro pico de rendimiento. Si Roger se impone, podremos gritar: ¡Estamos vigentes! ¡Prevalecemos frente a la juventud! Incluso puede no ganar el torneo. Quizá quien más lo merezca es el otro suizo, Wawrinka, que dejó a Djokovic en el camino, nada menos que al cuatro veces campeón, y espera en la final tras superar a Berdych en la primera semi. Nole venía de levantar el trofeo los últimos tres años y estaba en camino de ser el primero en obtenerlo cuatro veces seguidas.

Wawrinka se merece su primer Slam. El campeonato de Roger, su vigencia deportiva, está frente a Nadal. Todo lo que viene de Federer es un bonus track que estamos obligados a escuchar. Los semidioses merecen un poco de nuestro sacrificio.


Escrito por

Fabrizio Tealdo

Historiador de profesión, escritor por convicción y periodista por vocación. Hablo de fútbol y tenis hasta cuando duermo.


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