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El cholo que no somos

El Atlético de Simeone usa camiseta blanquirroja, pero expone un fútbol absolutamente opuesto al de nuestra selección. El ‘Cholo’ Simeone podría ser peruano solo por el apodo.

Publicado: 2013-10-11

Recuerdo que cuando Cambiasso era la voz técnica en cancha del Inter de Mourinho, comenté con un buen amigo –debe ser de los financistas limeños que más saben de fútbol– que ver al ‘Cuchu’ de técnico iba a ser muy placentero. Ahora que el ‘Cholo’ Simeone ha llevado al Atlético a su mejor momento en décadas, no solo siento placer. Hay, por un lado, envidia porque esa camiseta blanquirroja juega como quisiera que lo haga nuestra selección.

Es probable que muchos futboleros de mi generación identifiquen parte de su vida con Simeone; al menos yo lo hago. Los que estamos de este lado de la pantalla, al igual que el ‘Cholo’, que está del otro, del importante, somos la misma persona en otro momento. Algunos, al igual que Simeone, vivimos otra etapa sin traicionar lo que fuimos desde el principio. Su paso de la camiseta al terno se siente como una continuidad natural.

El ‘Cholo’ no tuvo descanso. Dejó los chimpunes y se sentó en el banquillo de Rácing en el 2006, con 36 años, para apoyar a que el barco de la Academia no se vaya a la deriva. Ese mismo año, dirigiendo a Estudiantes de la Plata, logró el título en un final épico, remontando partidos en los tiempos de descuento, igualando en la última fecha a Boca y ganándole en el partido de desempate. Una hazaña para la historia. Desde entonces plasmaba en sus equipos el coraje que dejó en las canchas: la presión, marca e intensidad que metía en el mediocampo lo trasladó a sus jugadores. Eso es lo que transmite hoy su Atlético de Madrid, que tiene el sello Simeone por donde se le mire.

Cuando los colchoneros están en sintonía son una pared. Pared: la misma palabra para describir dos situaciones opuestas del fútbol. En una, se destruye una defensa. En la otra, se reduce cualquier posibilidad de ataque. Ambas, a su manera, son bellas. Es más, quienes sienten el fútbol a la italiana prefieren la pared defensiva.

Yo disfruto de esta pared de Simeone, porque el Atlético encuentra su mejor juego al neutralizar al rival. Al Real Madrid lo redujo a su mínima expresión, y de paso le ganó un derbi por Liga después de 14 años. Fue 1-0, pero por el trámite del partido el resultado pudo ser abultado.

Este Atlético no es mezquino, todo lo contrario. Ensucia un partido no para paralizarlo, sino para desordenar al rival. Y no lo hace solo para defender, sino porque en el caos ajeno encuentra orden, su mejor funcionamiento.

Exalto a Simeone con admiración, pero al mismo tiempo con un poco de nostalgia. Sí, nostalgia, porque el Atlético tiene los mismos colores de la camiseta de la selección que tanto quiero. Juega, además, como quisiera que lo haga Perú: metiendo todo el partido, con todas las pelotas que nos faltan, solidez en las bolas paradas ofensivas y defensivas y un orden táctico prolijo.

Escribo, al fin y al cabo, con algo de envidia por el funcionamiento ajeno. Simeone solo podría ser peruano por el apodo. Su Atlético es todo lo que no somos.


Escrito por

Fabrizio Tealdo

Historiador de profesión, escritor por convicción y periodista por vocación. Hablo de fútbol y tenis hasta cuando duermo.


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